Recuerdo que esa vez no fui yo, no lo busqué, paso como los “encuentros” casuales, sin quererlo, sin estar dispuesta, no estaba en mis planes abrir las puertas de mi corazon denuevo, definitivamente no quería.
De verdad que eras especial, buscabas la forma de hacerme reir con tus ocurrencias, me encontrabas evasiva, cerrada , te dabas cuenta y creo q eso te motivó aun mas. No sé que te gusto de mi, pero algo pareció encantarte, talves mi rechazo, no sé, quedaste prendado de algo q yo no entendía y yo aun no podía corresponderte y luego todo comenzó. Fue como si te dispusieras a robarme el corazon sin importar lo que costara, hasta que lo lograste y te amé, te amé como nunca pensé que pudiera amar a alguien.
Comenzaste a ocupar cada rincon de mi con tus gestos, tus palabras, consiguiendo dejarme sin voluntad, sin razon. Llenaste toda mi vida de un sentimiento tan grande, tan puro , sin saber lo que esto en mi significaba.
Te apoderaste de mi mente, mis pensamientos solo eran para ti, la concentracion se convirtio en un lujo que ya no podia darme. Todo era tan nuevo para mi, nunca me habia sentido de ese modo, la vida tenia para mi un nuevo sentido y ese eras tu. La felicidad era mi nuevo lema, nada podía describir la dicha que me daba solo la posibilidad de poder pasar el resto de mi vida a tu lado, comenzamos a imaginar nuestro futuro juntos, nuestras hijas y nuestro perro, ya tenían nombre, era la mas hermosa vida futurista que nadie jamas podía imaginar. y Justo cuando nada podía ser mas perfecto, llegaron las lágrimas y el dolor.
Aparecieron los obstáculos y para mi eran solo eso; te amaba tanto que nada parecía ser lo suficientemente poderoso para impedirme estar a tu lado, nada, no mientras tu tambien me amaras, tu amor me hacía sentir invencible. Llena de optimismo lograba que volvieras a creer y el alma me regresaba al cuerpo, dejandome tan complacida solo por saber que estaría contigo, que nunca pude ver que siempre eras tu quien se vencía, la realidad es que nunca quisiste luchar por mi. ….Con mi optimismo volvieron los sueños, las risas, los suspiros y los “te amo, eres todo para mi”; estaba convencida de que nadie en el mundo podía ser mas dichosa que yo, amar y ser amada con la misma intensidad, era como un sueño del que no quería despertar nunca. Siempre te aseguraste de que nada ni nadie estuviera en mi mente y mucho menos en mi corazón y es que como podría ser si tu lo llenabas todo, eras dueño de mi voluntad, de mis sonrisas, mis lágrimas y hasta de mis miedos, era tan feliz que me aterraba, sentía miedo de perder toda esa felicidad, como si el mismo temor tratase de avisarme del duro golpe que se avecinaba. Algo me decía que no estaba bien esta obsesión aunque fuese correspondida del mismo modo, pero me había dispuesto a no pensar, a salirme de la protección de mis casillas, vivir el momento costara lo que costara y es que nunca pensé que el precio sería tan alto. Creo que las ganas de amar locamente fueron las culpables. Hasta que finalmente llego el día. Dijiste: “Esto no puede ser” y las lágrimas salieron de mis ojos como si no fuera a llorar nunca mas, sin explicación alguna ponías fin a nuestro sueño y luego desapareciste. La chica que una ves dijo ser feliz a pesar de todo y de todos, dejo de serlo sin esperanza de volver atrás. Nunca creí que el dolor emocional pudiese convertirse en físico, pero me dolía, me dolía el corazón, el alma, hasta la existencia; era más fuerte el dolor por ignorar las razones de tu abandono, que por el abandono en sí. Un día quisiste regresar y el mundo se paralizó. Las razones te pertenecían a ti, eran solo tus problemas y no podías incluirme en ellos, estos fueron tus argumentos, preferías alejarte de mi, yo que hubiera hecho lo imposible por ayudarte en lo que sea, preferías hacerme sufrir dejándome fuera de tu vida, esa, que yo también sentía como mía y me dijiste adiós.
Pasaron los años y ese dolor que sentí una ves se fue a vivir de manera permanente a mi corazón, instaló una oficina de “reparaciones y reconstrucción”, que curó y vendó mis heridas y dividió mi vida en dos: “antes y después”; esa chica de “después” era tan diferente a la de “antes”, al menos de una manera positiva, yo que me creía invencible logré ser mas humana y entendí que en los asuntos del corazón no tiene cabida la razón y por ende tampoco tienen explicación alguna. Ya tenía una oficina que se encargaría de depurar esos asuntos y de proveer los calmantes cuando en algún momento me lastimara con tus recuerdos felices. Un día normal como todos, volviste y a pesar de los años todo se paralizó nuevamente, hasta yo; me quedé fría, mi corazón se detuvo y las palabras desaparecieron de mi boca.
Luego de todo este tiempo, me dices “te amo” y es como si nada hubiese sucedido, todas las curaciones que el dolor realizara en su “oficina”, parecían borrar sus cicatrices, las dos palabras actuaban cual elixir mágico sanador, me odie a mi misma por no tener la fuerza necesaria para no sentir de nuevo lo que había escondido todo ese tiempo. Te amaba como el primer día, pero esta ves no te lo demostraba, la “oficina” del dolor en mi corazón luchaba por recordarme sus viejas heridas y sabía que si caía en tus brazos perdería de nuevo mi voluntad.
Tu mientras te mostrabas decidido, optimista, dispuesto a luchar, una persona muy diferente a aquella que me abandonó sin razón, yo, no podía confiar, pero te amaba; tu poco a poco fuiste descubriendo lo que aun latía dentro de mi y decidiste decirme la verdad, al parecer tratabas de presentarte claro, transparente y jugártelas luego de todo este tiempo, “si todo esto que siento por ti sigue aquí aún debe ser de verdad, tu eres para mi” decías, yo era incapaz de resistirme, de tu boca salían las palabras que moría por escuchar todo este tiempo, pero tu verdad, era un obstáculo muy fuerte que solo tú podías quitar. Entonces decidí alejarme, si en verdad eras para mi no había duda de que estaríamos juntos, de lo contrario no quería arriesgarme. Tú te quedaste cerca por un tiempo, manifestabas tu interés, tus deseos, todos tus planes y tu inmenso amor incondicional por mí, pero ahora ya no sabía que hacer con todo eso y entonces fui yo quien te dijo adiós.
Te marchaste con tus ganas de luchar, sin decirme nada y sin embargo no te espero; no sé que harás con tus verdades, ni si volveré a verte algún día, solo se que darte el adiós ha dolido mucho mas que recibirlo aquella ves, pero ya el dolor no es nuevo, tiene tanto tiempo aquí que se siente como en casa, pasó a ser un órgano mas, encargado de sostener los pedazos de mi corazón remendado con las vendas de una tonta esperanza de volver a amar algún día con la misma intensidad.